La vida, con su peculiar forma de hacernos ver y entender(la), nos regala continuamente detalles que nos invitan al análisis con el fin de llevarnos al aprendizaje y a la evolución cómo seres VIVOS.
Hace unos días, trabajando la muerte y el duelo con un paciente en la consulta, caí en un curioso hecho. La vida es polar y extrema aunque a su vez es totalitaria, incluyendo en ella la amplitud de las cosas. En ella esconde alegría y tristeza, paz y guerra, compañía y soledad, latido y muerte… en ella es capaz de contenerlo todo y nada a la vez y eso nos lo demuestra desde el momento en el que nacemos, albergando en él llantos y risas, dolor y felicidad. Y algo parecido hace cuando fallecemos.
En el instante de nuestra muerte, a la que muchos temen y de la que otros huyen, forma parte de la vida, quizás sea el momento en el que más vida tenemos. Ya que justo en ese último instante, cuando la muerte nos coge en sus brazos, es ahí cuando inhalamos una gran bocanada de aire. El momento en el que cogemos la vida y la absorbemos con fuerza hacia nosotros, entendiendo así que la vida y la muerte forman parte de lo mismo. Forman parte de nosotros y a la vez, nosotros formamos parte de ambas.
MÉTODO VINCII
Mercedes Alberola Gómez
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