El perdón
¿Es fácil pedir perdón? ¿Es mejor perdonar o pedir perdón? ¿Cuándo se sabe si es un perdón de verdad? ¿Cuántas veces somos capaces de perdonar? ¿Hasta cuándo y hasta qué límite perdonar?
Puede tratarse de algo tan sencillo y complicado a la vez como el mundo en sí de las emociones. Ser fieles a cómo nos sentimos o cómo lo sentimos, a veces se complica la tarea de saber conocernos, entendernos e identificar esas emociones. Mezclamos el deber con el querer y confundimos las decisiones y respuestas que realmente deseamos tomar. ¿Y qué pasa con el perdón?
¿Merecemos ser perdonados? ¿Merecemos las segundas, terceras o infinitas oportunidades?
Poco a poco se le va dando más visibilidad y conciencia a saber que “somos humanos y como tales erramos”, por lo que cada vez más tenemos la capacidad de merecer perdonar y ser perdonados. Vamos siendo conscientes de que no nos gusta ser juzgados y, por consiguiente, no juzgamos (o lo intentamos). ¿Alguna vez os habéis sorprendido haciendo algo que os habíais prometido no hacer o no perdonar? “Yo NUNCA en la vida sería capaz de perdonar que me mientan”, pero cuando ocurre te das cuenta que en esa afirmación puede haber millones de matices. Colores que antes no veíais y que ahora eres capaz de distinguir perfectamente.
Perdonar cosas que para ti eran imperdonables, perdonarte a ti por cosas pasadas que cargas en tu mochila y que necesitas soltar.
Pero, seamos realistas, no es tan fácil.
Porque las acciones tienen unas consecuencias, porque lo que hacemos y decimos generan un daño que a veces no se puede reparar tan fácilmente como diciendo la palabra mágica, porque a veces incluso llega un punto en que ya hasta ese comodín se gasta y pierde valor. Porque no se puede perdonar lo que realmente no se ve, y no puedes pedir perdón por algo que realmente no sientes.
Entonces, ¿ESTÁS DISPUESTO O DISPUESTA A PERDONAR?
Pues quizás esta pregunta sea la clave.
¿Estás dispuesto o dispuesta a hacer todo lo necesario para curar, reparar, recomponer y sanar ese daño causado? Aunque no seas capaz de imaginar por lo que está pasando la otra persona, ¿eres capaz de escuchar lo que siente?

Todos merecemos perdonar y ser perdonados
En Método Vincii, donde principalmente tratamos adicciones, las mentiras, recaídas y los hechos y motivos por los que vienen nuestros pacientes tienen mucho que ver con el perdón.
¿Hasta dónde puede o debe llegar un familiar por ayudarte en el proceso? ¿Qué cosas son perdonables y cuáles no?
No tenemos una varita de medir, no es sano pensar que haya cosas que puedes pasar por alto y otras que no. Lo hacéis lo mejor que podéis y sabéis. Acompañáis.
Ayudáis porque queréis y podéis, pero es posible que llegue un momento en que ya el daño sea tan grande que sea más beneficioso para todas las partes el dejar ir.
El perdón, como muchas otras cosas en las relaciones con uno mismo y los demás, tiene un valor muy importante. Es una herramienta que tenemos derecho a utilizar y que, por supuesto, nos merecemos. Pero si no hacéis un buen uso de él, podéis caer en el error de desgastarlo, romperlo y hacer herida en la confianza.
Cuidadlo
Si estáis pasando por un proceso similar o acompañando a alguien que lo está haciendo y sentís que estáis perdidos o no sabéis cómo continuar, desde la clínica de psicología y adicciones de Método Vincii os podemos ayudar.
Método Vincii
674276701
@metodo_vincii_