Perder a una pareja

Cuando un hecho así se da en nuestras vidas el dolor es tan fuerte y profundo que todo lo invade.

Miles de pensamientos negativos acuden a nuestra mente cuál abeja a su panal atraídos por la fuerza de la situación. El duelo se convierte en nuestro compañero día y noche, casi como una carga pesada que se coloca encima de nosotros y prácticamente no nos deja ni respirar. Y es que duelo viene de la palabra DOLOR; dolor que nos acompaña a cada paso que damos, que hace que cada minuto parezca eterno, que cada día corra a otro ritmo y que el tiempo cobre su propio y lento movimiento…

Es como si la persona que se marcha dejara paso a ese sentimiento tan intenso, casi como si se estuviera sustituyendo una pareja por la otra y nuestro habitual compañero/a de viaje ya no fuera nuestra pareja sino este inmenso penar.

Querríamos arrancarnos el corazón y no sentir aquello que tanto dolor nos está produciendo, querríamos salir corriendo aunque sin saber bien hacia qué dirección ya que lo único que queremos es dejar atrás la sensación de vacío que nos invade.

La esperanza desaparece y sólo se disipa un paisaje negro y sin futuro, sentimos que jamás podremos salir del momento en el que estamos y que la vida nos detendrá justo ahí, generando en nosotros la mayor de las torturas, pero lo cierto es que, aunque no lo veamos (y es normal que así sea), siempre hay un futuro. Un futuro mejor porque la persona que pasó por nuestra vida nos dejó grandes aprendizajes y esa relación que vivimos nos dejó grandes lecciones que llevaremos con nosotros en nuestro camino y que nos van a permitir ser mejores personas.

El camino que ahora vas a emprender solo/a va a ser muy duro y no va a ser por poco tiempo. Las heridas tardan en cicatrizar pero cuando lo hacen nos convierten en personas más bellas y fuertes, si cabe.

Y mientras ese dolor va gritando en nuestro interior es importante que luchemos, que no nos dejemos vencer, que saquemos todas nuestras armas y peleemos por nosotros y por nuestra vida, que es la que está en juego.

Habrán pautas que te ayudarán en este proceso y que deseo compartir contigo…

  • Queda con las personas que de verdad te quieren y te hacen bien.
  • Huye de comentarios gratuitos y superfluos.
  • Dedícate tiempo para ti y para las actividades que te hacen bien.
  • Llora todo lo que necesites. Llorar cura las heridas y sana el alma.
  • Haz deporte y aliméntate bien.
  • Descansa todo lo posible (aunque sé que a veces es imposible).
  • Organiza un plan o márcate un nuevo proyecto.
  • Y sobretodo, quiérete muchísimo. Como si, efectivamente, te fuera la vida en ello.

Sé que esto son sólo pequeñas pautas que no acallarán tu dolor, aunque también sé que todas ellas darán un respiro a tu alma dolorida.

Y si nos necesitas, si crees que podemos ayudarte en este momento; aquí estaremos.

Mercedes Alberola

Método Vincii

674-276-701