Desde bien pequeños podemos observar a niños con determinado tipo de temores o miedos. Es importante decir, que todos los miedos son infundados y/o aprendidos. El ser humano no nace con un miedo predeterminado a volar (aerofobia) o con miedo a los perros (cinofobia) o miedo a la oscuridad (escotofobia) sino que son emociones y sensaciones que se van aprendiendo por diferentes acontecimientos o por aprendizaje observacional, es decir, adquisición de conocimientos por medio de la observación conductual de otros.
Uno de los miedos más comunes y que más se dilatan en el tiempo, convirtiéndose así en uno de los más presentes en la edad adulta, es el miedo al rechazo o miedo al rídiculo.
Por ello hoy os proporcionaré unos pequeños recordatorios acerca de cómo trabajar los temores con los niños.
- Cuando un niño tienen miedo hay que dejarle su tiempo a la hora de desensibilizarlo. En caso de ejercer una excesiva presión podremos provocar el efecto contrario y aumentar el miedo al estímulo o generar miedo a estímulos nuevos.
- El refuerzo positivo (ánimos, elogios…) son esenciales en la educación y trato con los niños. Tener adultos a su alrededor que le animen y apoyen será un factor fundamental en la evolución del menor y tendrá un fuerte impacto en la autoestima, y por tanto, en el bienestar psicológico del menor.
- Como comentábamos la imitación o aprendizaje observacional es uno de los más utilizados en edades tempranas, por ello, es importante que los adultos muestren una actitud de afrontamiento ante los mismos.
- Superar el miedo al fracaso haciendo entender a los niños que no son números, que su valía no depende de unos objetivos alcanzados, que ellos son más que eso.
- La práctica y/o realización es fundamental en estos casos. Animar, apoyar y acompañar al niño en la realización de la actividad es fundamental. Enseñarle el afrontamiento como medio de superación es el arma más poderosa que podamos proporcionarle a un niño para superar sus miedos.
- La eliminación de los objetos o estímulos que le proporcionen miedo al niño no deben ser retirados de forma inmediata. El niño/a debe entender que en la vida encontrará estímulos que no le agraden y deberá trabajarlos, no perdiendo así la posibilidad de superar sus dificultades y avanzar.
- Y por último, recuerde. Ninguno de nosotros nacemos con miedo. Los miedos se aprenden y, por tanto, también se pueden desaprender.
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Imagen: desconocido
Texto: Mercedes Alberola