Las «pequeñas» cosas

Desde la cama de un hospital todo se ve diferente. La vida tiene otro prisma y uno empieza a agradecer y a tomar conciencia de todo lo que tiene y de la cantidad de cosas que hay que valorar y agradecer.

Agradecer poder levantarse entre unas sábanas limpias.
Agradecer poder abrir los ojos en una cama.
Agradecer poder hacerlo entre cuatro paredes.
De poder tener un baño, una ducha con agua caliente y ropa y calzado que ponerse.

Agradecer tener una nevera con comida con la que alimentarse y productos e utensilios con los que cocinarla.

Agradecer tener una familia con la que compartir el día a día, amigos con los que quedar y sentirme afortunada/o de ver que todo les va bien, por poder rodearme de personas a las que amar y que te amen.

Agradecida/o de que mis ojos funcionen, mis brazos están fuertes y tener mis dos piernas firmes y ágiles capaces de moverse donde mi cerebro, que funciona correctamente, le guíe. Agradecida/o porque mis cinco sentidos funcionan. Porque veo, porque escucho, porque saboreo, porque oigo, porque huelo. Por estar sana/o y tener todas mis extremidades y a su vez que éstas funcionen.

Agradecida/o por las pequeñas cosas. Unas sábanas, una cama, un hogar, un baño, comida, familia, amigos, amor y salud.

Valoremos todo lo que tenemos. Desde lo más pequeño y que pueda parecer más insignificante hasta lo más gracioso, pasando por aquello que damos por hecho que tiene que ser así o estar ahí cuando la verdad simplemente es que somos unos afortunados por tenerlo.

Valoremos y agradezcamos los regalos que la vida nos da.

Imagen: desconocido

Texto: Mercedes Alberola