De cómo un fracaso se convirtió en el sueño de mi vida.
Mercedes Alberola Gómez, directora del centro.
Esta historia comenzó hace diez años igual que comienzan las historias buenas, con un fracaso.
Era el peor momento de mi vida y cuando creía que nada podía ir peor: me echan del trabajo “de mis sueños”. Fue ahí, a lomos de la decepción, del sentimiento de fracaso y de la desorientación más profunda cuando entendí que mi única opción era pelear por aquello que me hacía feliz, por mi verdadero sueño.
Lo primero que hice fue, algo que siempre os animo a hacer en consulta, pedir ayudar.
Un tío mío me prestó una planta baja (mil gracias siempre) y pasé medio verano arreglándola hasta que conseguí crear lo que sería el inicio de Método Vincii.
Siempre cuento que esta aventura empezó con una única paciente a la semana y así estuve durante meses. Tenía el dinero justo para pagar gastos y el máster que en ese momento estaba haciendo.
Hubo gente que me decía que lo dejara, que tirara la toalla, que buscara un trabajo para poder vivir en condiciones pero yo sabía que mi sueño estaba ahí y que quería alcanzarlo.
Hubieron muchos que no confiaron en este proyecto ni en mí.
Muchísimos.
Me cerraron muchas puertas y me convencieron de que no llegaría a nada.
Pero yo luché, peleé, arriesgué, tuve paciencia y momentos de impaciencia, lloré mucho, tuve dudas, me formé, me esforcé, sacrifiqué muchas cosas para poder llegar y paso a paso, de una manera muy lenta y cuidadosa conseguí ir avanzando.
Poco a poco los pacientes iban hablando bien de mí y de mi trabajo como profesional de la psicología, pero, cuando todo iba cogiendo forma, me avisaron de que tenía que dejar esa primera consulta.
Entonces pasé a alquilar un despacho por horas, del cual no me dejaban ni las llaves para poder abrir y me hacían pagar las horas aunque el paciente cancelara, los gastos se acumulaban.
Tras un tiempo prudencial, decidí marcharme y conseguir alquilar una habitación por horas, en la que poder atender a la gente que iba llegando.
Y, de este modo, fui creciendo.
No pasaron muchos meses cuando me dijeron que no me mantenían las condiciones iniciales y di mi siguiente paso: alquilar una habitación a tiempo completo.
Fue en ese momento cuando tuve la gran suerte de que María, nuestra médica, confiara en mí y decidiera formar parte del “equipo”. ¡Bendita suerte! Y cuando todo parecía que iba a arrancar, mi salud se debilitó, enfermé y tuve que volver a paralizarlo todo durante meses.
Fue aquí cuando apareció Isabel, me ayudó a mantener el barco a flote. Siempre le estaré agradecida. Y cuando regresé y creí poder volver a coger las riendas, llegó el COVID y todo retrocedió casi a la casilla de salida. Confié, luché, seguí creyendo que era posible y con muchísimo esfuerzo y constancia conseguí sobrevivir a esa otra crisis.
Empecé a trabajar todos los días y horas que me pedían cita, me daba igual la hora que fuera o lo que tuviera que hacer, muchas cosas quedaron en un segundo plano y el esfuerzo cada vez era mayor.
Fue entonces cuando tomé una de las grandes decisiones, contratar a Dori. Ella llegó con otro gran salto que fue el cambio, ya no a una habitación, sino a mi propia consulta. No me lo podía creer. Recuerdo aquellos días montando muebles con ella y mi cuñado que siempre ha estado en todas las obras y mudanzas. Probablemente haya sido de las pocas personas que no me ha cuestionado cada decisión/cambio que he ido tomando. A partir de ahí todo fue tomando forma. Dori dio luz y orden al proyecto. Puso ilusión, ganas y confío en mí. Verla entrar todos los días por la puerta me hacía recordar que tenía que seguir adelante. Ella ha sido mi ayuda en momentos muy complicados y siempre será alguien importante en mi trayectoria profesional y personal.
Parecía que la peor parte había pasado y que la gente empezaba a conocernos y a confiar en nuestro trabajo. La agenda fue cogiendo forma y hubo que dar un salto más: contratar a Nacho. Él me hizo sentir orgullosa de ver que había gente que confiaba en este proyecto, ya no sólo pacientes sino también profesionales. Gracias por todo, Nacho. Y entonces llegaron los alumnos en prácticas. Casi lloro cuando Dori me dijo que habían alumnos interesados en hacer prácticas con nosotras. Gracias a todos los que habéis pasado por aquí, nos habéis dejado parte de vosotros. También me habéis enseñado muchísimo.
Hace poco se incorporó Paula, que ha dado luz y me hace sentir EQUIPO. Es energía y ha completado parte de Método Vincii. Y con ella, la trabajadora social que siempre nos recuerda valorar lo afortunados que somos. Gracias por todo.
Hoy en día hay momentos en que las veo a todas ellas, a todas las mujeres que forman parte de este proyecto, y me emociono. A veces las veo reírse y gastar bromas y me parece que soy una persona con muchísima suerte por el equipo que poco a poco vamos formando.
Pero, sobre todo hoy es el día de dar las gracias a todas y cada una de las personas que han pasado por aquí: que han decidido confiar en mí, que se han abierto y han compartido conmigo sus intimidades dejándome entrar en sus vidas y acompañarles en sus caminos.
Gracias por todo lo que me habéis enseñado.
Gracias por vuestra generosidad y por todo el amor que me habéis dado.
Jamás podré agradeceros del mismo modo.
Soy consciente de que a lo largo de este camino he cometido errores y no siempre he conseguido darlo todo. Lamento aquellas personas con las que no conseguí mostrar mi mejor versión o a las que no conseguí ser lo que necesitabais en vuestro camino. Prometo seguir formándome y esforzándome para dar lo mejor de mí cada uno de los días que abra la puerta de Método Vincii.
Ojalá pueda seguir formando parte de muchas otras vidas, mucha vida más. Ojalá consiga ayudaros en todo lo que necesitéis.
Por último os dejamos este vídeo publicado en nuestras redes y donde os mostramos estos 10 años en imágenes.
Gracias siempre.
Método Vincii
Décimo aniversario
Mercedes Alberola