Es curioso cómo en esta sociedad en la que todo va rápido, todo es instantáneo , fácil, llamativo y preparado para el aquí y el ahora, justo nos hayamos perdido en estos conceptos como si no los hubiéramos entendido bien o los usáramos sólo en nuestro propio beneficio e interés.

Los seres humanos nos empeñamos en acumular propiedades, momentos, imágenes, likes e incluso personas. Nos empeñamos en poseer y almacenar con la falsa creencia de que así nos pertenecerán para siempre; perdiéndonos la esencia y la naturaleza de la vida, las cuales continuamente nos enseñan que todo es un cambio constante, todo está en movimiento y fluidez. Nada es tuyo, nada te pertenece, nada dura para siempre.

Piensa en el mar, en ese rítmico y bello movimiento que tanto nos gusta y tanto nos atrae. En esa constante de cambio continuado de olas que van y vienen. ¿Qué pasaría si paráramos su movimiento? Piénsalo por un instante…

 

Y es que, pese al malestar que la incertidumbre pueda provocar en nosotros, debemos entender que el dolor no está en el perder sino en el retener, en el aferrarse a lo otro volcando una pertenencia que, efectivamente, no nos pertenece y no existe. Creyendo que ahí está la calma o tranquilidad que en realidad no es tal y que, realmente, sólo genera malestar.

Si entendiéramos todo ésto, nos ayudaría a apreciar y valorar muchísimo más lo que tenemos, y no nos perderíamos en el “dar por hecho” que lo que nos rodea va a estar ahí por siempre.

Déjate llevar, fluye, valora, acepta el cambio como única realidad, y sobretodo, alégrate porque así sea.

El cambio es evolución.

 

Método Vincii

674-276-701